Para escribir este texto me tomé el trabajo de sentarme a parchar con Sebastián, un muchacho que, sin él saberlo, refleja la realidad de muchos adolescentes colombianos. A sus diecisiete años Sebastián es papá de dos niños, trabaja como mecánico y aún no ha pasado de séptimo.

Se describe a sí mismo como un pelado bien, igual que cualquier otro. Le gustan las fiestas, el fútbol y sobre todo las motos, me dice que lleva más de cinco años camellando de taller en taller. “Pues… a mí a veces me han dado ganas de volver a estudiar, pero pa’ qué, si de todas formas voy a seguir trabajando en el taller…” me dice con total seguridad, “…además qué va, yo conozco pelados que son bien pilosos, se gradúan y los ve uno por ahí mototaxeando o trabajando en cualquier cosa”.

A lo largo de la charla y luego de contarme cómo surgió su amor por las motocicletas, Sebastián me revela su más grande sueño: comprarse una Yamaha Xtz 660, la que él considera “la moto más chimba”. Pero que, por ahora, no es más que una ilusión, ya que, lo que gana como mecánico debe repartirlo entre sus hijos de uno y dos año, y lo poco que le queda es, casi siempre, para ayudar con los gastos de la casa.

“Men, pero a mí me gusta tirar mis lujos, que la prenda Fox, que la gorrita Oakley, que los Air Force… por eso siempre que sale cualquier marañita por ahí, yo me le mido, ¿Sí pilla? Porque a mi desde chiquito me enseñaron a ganarme las cosas por uno mismo’’.

Según un estudio realizado recientemente por el DANE, se determinó que el 38,6% de la población de 5 a 17 años asegura que trabaja para obtener su propio dinero, mientras que un 34,1% lo hace para contribuir económicamente en su familia. Posicionando a Antioquia en el primer lugar de dicho estudio, y a su vez a la subregión del Bajo Cauca.

Sebastián representa, sin duda, a esa gran masa de adolescentes a los cuales les tocó volverse adultos antes de tiempo. Quizá por decisión propia, o tal vez por las circunstancias tan adversas a las que deben enfrentarse. Muchos se ven obligados a abandonar sus estudios para trabajar, otros han sido padres prematuramente, y en el más triste de los casos,  hay una gran parte de ellos inmersos en el mundo de la droga, la prostitución y la delincuencia. 

Escrito por: Breyner López.