En una pequeña casa de Caucasia, que en su entrada no tiene ningún letrero que la identifique como una empresa, Sergio Tejada terminó creando una de las fábricas de panes más exitosas del Bajo Cauca antioqueño. Ésta le ha servido para sostener la panadería que tiene en Tarazá desde hace varios años.

“Hace cuatro años se armó una violencia muy maluca en todo el Bajo Cauca. Yo ya había montado una panadería aquí en Caucasia, entonces veía que estar ahí en La Caucana no tenía mucho fundamento, porque ya estaba muy malo eso, pero tampoco quería dejar el pueblito sin venta de panes ni nada”, recuerda Sergio.

Tejada, sin tener ningún conocimiento técnico logró dar a punta de ensayo y error, con una fórmula propia para congelar la masa del pan, Sergio cuenta que un día se sentó con un bulto de harina a hacer una tanda de panes y los congeló en una nevera de helados.  

 A los ocho días decidió sacarlos y descongelarlos, viendo para su sorpresa cómo subían y se horneaban sin problema. Luego ensayó con una tanda que congeló 25 días, viendo que también se horneaban a la perfección. Señaló Sergio Tejada a un medio de información.

Mandándose la mano a la cabeza y rascándose un poco el cabello, Sergio agregó que fue tal el éxito de los productos, que ahora incluyen panzerottis, dedos de queso, pasteles de arequipe, pan agridulce, entre muchos otros, que se quedó sin pines para marcar un mapa de Caucasia que tiene colgado en la pared de su oficina, en el que ponía los clientes con los que tenía compromisos pendientes.

A pesar de ese crecimiento en las ventas y el tamaño de su negocio, Sergio advierte que el proceso para comenzar a ver las primeras ganancias fue todavía más complicado, dado que llevar las cuentas en orden, atender más gastos y resolver múltiples líos logísticos empezaron a carcomerle la cabeza.

En su afán por encontrar, Tejada dio con una iniciativa pionera que desde hace tres años viene apoyando a empresarios como él, bautizada Avancemos Bajo Cauca, en el que un grupo de expertos ha curtido 208 empresarios urbanos en conocimientos financieros, legales, de mercadeo, psicología empresarial, entre muchos otros.

En una región en la que predomina la informalidad y remando contra la corriente, Sergio cuenta que, en el caso de su empresa, Checho’s PAN, el paso por dicho programa le permitió no solo formarse en conocimientos contables y sino esculpir una estrategia de negocio para continuar creciendo e iniciarse en el camino de la formalización para que la decena de empleados que hoy hacen parte de la microempresa tengan todas sus prestaciones legales.