El Bajo Cauca antioqueño es una región en la que es prácticamente una utopía alcanzar una curul al Senado o a la Cámara de Representantes solo con voto de opinión.

Los problemas son los mismos: mal servicio de salud, educación a medias, desempleo, pobreza e inseguridad; pero nada de eso motiva a la mayoría a cambiar su manera de votar, a buscar un cambio, porque -dicen todos- cada cuatro años es lo mismo y las elecciones del 2018 no son la excepción.

“Hay mucha invasión de la gente de Córdoba y el alcalde de Caucasia está apoyando a toda esa gente”, sostiene convencido Leiderman Ortiz Berrío, director del periódico La Verdad del Pueblo y defensor de los Derechos Humanos.

Dicha afirmación, es respaldada por John Jairo Soto, líder político y social de Caucasia, quien también señala que los mandatarios locales de la región se han dedicado a apoyar congresistas de la Costa, lo cual ha afectado la votación de los aspirantes a Cámara y Senado por Antioquia. “Vienen con la ‘tula’ a comprar votos, son unos mercenarios de la política”, dice Soto.

“Con el censo electoral que tenemos, el Bajo Cauca antioqueño -conformado por Caucasia, Cáceres, Tarazá, El Bagre, Nechí y Zaragoza- podría poner dos senadores y dos representantes, pero el egoísmo no los ha dejado y no hay un líder que se destaque a nivel regional y se lleve todos los votos; algunos han hecho el intento pero no ha habido coherencia con el electorado y otros que se han lanzado sacan muy poquitos votos”, expone Ortiz Berrío.

La falta de ese líder, coinciden los dos, es aprovechada por los políticos de Córdoba y otras regiones de Antioquia.

Es así como los votos en el Bajo Cauca de Bernardo Miguel ‘ñoño’ Elías son pretendidos por el actual representante Joche Tous, quien ahora se lanza al Senado. Además de la invasión al Bajo Cauca de la “ñoñomanía”, el caudal político de Musa Besaile Fayad, lo reclama para llegar al Senado su hermano mayor Johny Besaile, apodado discretamente en la región como “el Gran hermano”.

Por lo anterior, agrega Edgar Alonso Correa Ospina, director de la Universidad de Antioquia en el Bajo Cauca, el proceso electoral en la región tiene muy poca aceptación y participación. La abstención siempre ha sido alta. Ojalá los candidatos propios logren movilizar a los jóvenes de la región, porque generalmente apoyan a candidatos de otros departamentos; así es muy difícil que el Bajo Cauca se vea reflejado en Bogotá.

Un trueque por votos

En cuanto a la compra de votos, en el Bajo Cauca se han practicado muchas modalidades. Todas las fuentes consultadas aseguraron haber presenciado este delito, de una u otra forma, bajo las narices de las autoridades electorales y de policía.

Venden el voto por dinero en efectivo, un mercado, materiales para la construcción y hasta por un almuerzo.

Todos los entrevistados mencionaron que los líderes sociales se venden al mejor postor, sin importar el partido o movimiento al que pertenezca el candidato, si está a favor o en contra de la Administración Municipal.

“Si eres líder de una organización en Caucasia u otro municipio de la región, en este momento tienes plata en el bolsillo. Desde el primer día de la campaña, los candidatos saben cuántos hay, quiénes son y qué lideran. Los candidatos saben que ellos están esperando la mejor oferta. El día de las elecciones, vuelve a moverse el dinero para lo que ellos llaman logística, movilización y convencimiento del voto indeciso”, comentó un docente quien prefirió no ser identificado.

Presión a contratistas

Otra modalidad ilegal para obtener votos, tan vieja como la compra del sufragio, es amarrar un trabajo o una contratación al mismo. En Caucasia, por ejemplo, hay tres casos que son muy evidentes.

Tanto Leiderman como otras dos fuentes consultadas por EL COLOMBIANO, coincidieron en que un actual representante a la Cámara, quien ahora aspira al Senado, tiene el control de los contratos de la seccional del Sena del Bajo Cauca antioqueño.

Tampoco es un secreto que un representante a la Cámara, quien busca ser reelegido, controla la oficina regional de la Unidad de Víctimas y que con las personas que maneja esa entidad espera obtener muchos votos.

Finalmente, como piedras que arrastra el río, suena en el bajo mundo de la política que para trabajar o tener algún tipo de relación contractual con la ESE Hospital César Uribe Piedrahita, se exige aportar votos a la campaña de un representante a la Cámara quien también quiere mantenerse en el Congreso.

Vía El Colombiano.