Keimer Oquendo Argel
Keimer Oquendo Argel

…Queda decir que la mejor estrategia para acceder a la atención en salud en Caucasia, aunque desleal, es la de agravarse, de tal manera que los funcionarios sientan pesar del paciente y lo hagan ingresar directamente a una de las sillas o camillas que están en la sala de urgencia…

 

 

Es creíble todo lo que está sucediendo con los pacientes en Caucasia, tanto así que, ya no es necesario acudir a las IPS para conocer de primera mano la patología que,  literalmente está asesinando a nuestra gente y que la misma ley se encargó de ponerle nombre: negligencia.

Hace poco, mis circunstanciales problemas renales hicieron interrumpir el descanso nocturno y, de inmediato me obligó a tomar ruta hacia el hospital César Uribe Piedrahíta, con la convicción que calmaran el dolor que sentía en ese momento.

El reloj marcaba las 01:57 horas cuando recién llegaba al centro hospitalario y fue tan avaro el panorama en el lugar que, hasta ese momento desconocía el significado de las letras en rojo que daban la “bienvenida” a la fría sala de urgencias.

De golpe, sentí que mi dolencia era insignificante a la de una mujer que gimoteaba, medio sentada en una estructura que estaba a punto de colapsar, producto del óxido que había justo en la parte de abajo de la misma (tal vez por evitar una grave falta, las directivas del plantel habían decidido retirar la pasta que cubría el hierro que hasta hace poco servía como asiento). En fin, al ver que había tanta gente abrumada, murmurando sobre la falta de médicos, tomé la decisión de volver a casa y soportar mi dolor a toda costa, durante la madrugada.

Lo más inquietante de toda esta situación que vive Caucasia y varios municipios, por cuenta de la crisis en salud, es el sometimiento al que se encuentra la planta de trabajadores que, por cumplir con su obligación, se vuelven indiferentes y desalmados con los usuarios del incipiente servicio. La respuesta que reciben muchos de los pacientes que llegan, es que la falta de médicos entorpece el servicio, contrario a lo que dice el señor gerente, el cual manifiesta que últimamente ha multiplicado por tres el número de funcionarios del Hospital César Uribe Piedrahita2http://www.eltiempo.com/colombia/medellin/director-del-hospital-cesar-uribe-piedrahita-responde-a-cuestionamientos/16754214

Recientemente, llevé a mi sobrina por urgencias, después de haber sufrido un accidente en su bicicleta. Unos ocho minutos en moto hasta el lugar, se eternizaban en tiempo,  ya que la hemorragia que emanaba desde su párpado superior azaraba mi momento. La encargada de custodiar la puerta de entrada se alarmó con la herida y nos permitió el acceso hasta una silla que quedaba justo en frente del tercer consultorio médico: un pequeño cuarto donde se encontraban dos hombres con su vestimenta azul, ajenos de la cantidad de pacientes que esperaban en el pasillo, sollozando por consecuencia de toda clase de males.

Como aquello que padecía mi sobrina no se trataba de una agonía, simplemente se limitaron a mirar la lesión y dejé mi preocupación a un lado, cuando uno de los médicos expresó que no había riesgo alguno, por la profundidad de la herida.

Se debía superar una fila con ocho personas adelante, mi hermana, madre de la niña, se acercó a la ventanilla, donde se encontraba la persona encargada de realizar las admisiones, pero, la misma, antes de preguntar la manera como había ocurrido la contusión, indagó sobre la clase de afiliación que tenía la niña; respondiendo a la pregunta, ella (mi hermana) dijo que era usuaria de una EPS conocida como Savia Salud. La niña seguía sentada en la silla frente al consultorio, con el párpado ensangrentado, pero no recibía sino miradas indignantes del personal médico que pasaba por el pasillo.

Al vernos sentados en el mismo lugar, la muchacha encargada de vigilar el pasadizo, se acercó al médico para solicitar una curación provisional a la niña, pero la respuesta de éste es que se debía respetar el debido procedimiento, es decir, realizar la admisión por ventanilla, primeramente, para poder acceder a una jeringa, un pedazo de algodón y algo de alcohol. Mi hermana y yo sabíamos que una persona tarda en promedio diez minutos (o más), para hacer el ingreso, mientras se empieza a identificar la historia clínica del paciente. La cuestión es que había ocho personas por delante.

La única alternativa que vimos en ese momento, fue desplazarnos a otro punto de atención (Clínica Providencia), donde seguramente darían una atención inmediata a la niña que, en medio de su dolor, brotaba de sus ojos un leve lagrimeo, sin expresar palabra alguna. No obstante, fue en la Clínica Pajonal que finalmente lograron atenderla.

Diariamente habrá personas que, en medio de su perturbación, comenten en redes sociales y en conversaciones grupales sobre el nefasto servicio que ofrecen las IPS en el municipio de Caucasia, especialmente en el Hospital César Uribe Piedrahita.

Una consulta <<particular>> cuesta entre cuarenta mil ($40.000) y sesenta mil pesos ($60.000), sin incluir medicamentos. No es justo que en el principal centro hospitalario de la capital del Bajo Cauca antioqueño, un simple ingreso cueste cien mil pesos ($100.000), simplemente por ser un usuario de la EPS Cafesalud, como si se tratase de una venganza. El argumento con el que se defienden las instituciones prestadoras, es que la EPS mencionada no les paga y que por esa razón, prácticamente se está obligando al paciente a pagar la suma de cien mil pesos ($100.000) o resolver su problema por otros medios.

Queda decir que la mejor estrategia para acceder a la atención en salud en Caucasia, aunque desleal, es la de agravarse, de tal manera que los funcionarios sientan pesar del paciente y lo hagan ingresar directamente a una de las sillas o camillas que están en la sala de urgencia. Si esto no funciona, toca ir inconscientemente o en su defecto en estado de muerte, para poder recibir una cápsula de Ibuprofeno, Diclofenaco o Acetaminofén – IDA (ésta última, bautizada así por un ex dirigente municipal al que le tengo respeto) <<Aquí se pierde la IDA al centro hospitalario y se pone en riesgo la vida>>.  

El superintendente de Salud, Norman Julio Muñoz, expresó en una declaración oficial el día 20 de septiembre de 2016, en una entrevista realizada por Noticias RCN que, “El retiro de estos cuatro departamentos y más de 500 municipios es una medida orientada a estabilizar la operación de Cafesalud, concentrándose en las regiones en donde puede garantizar la red de prestación de servicios, no obstante, la Superintendencia mantiene el monitoreo del cumplimiento de las otras acciones que debe ejecutar y que están incorporadas en el plan de acción suscrito con la entidad”.

Agregó además que, “A partir del próximo 1 de octubre los afiliados de estos municipios pasarán a hacer parte de otras EPS que están en capacidad de garantizar su atención, este es un proceso que se va a realizar de manera ordenada y bajo nuestra supervisión, para que los usuarios estén debidamente informados sobre la ejecución de esta medida”.  http://www.noticiasrcn.com/nacional-pais/cafesalud-dejara-atender-casi-195000-usuarios-cuatro-departamentos

Al conocer esto, doy cuenta de lo retardado que está nuestro sistema de autoridad en el municipio, ya que le dan la espalda a personas que, a duras penas tienen para pagar los cuatro mil pesos que le cuesta una carrera para trasladarse desde su casa hasta el hospital y, con las mismas, regresarse. Entonces, ¿qué sucede cuándo le toca al paciente buscar alternativas para mejorar su salud en otra parte diferente a la del hospital?

Al momento del ingreso al hospital César Uribe Piedrahita y por la gravedad del asunto, los pacientes de Cafesalud no esperan que les vayan a pasar cuenta de cobro a su salida. No han sido suficientes las manifestaciones de dolor que expresan los pacientes a diario. Tampoco sería bueno desacreditar  la doctrina de los activistas que defienden los intereses de la gente más vulnerable, a través de movilizaciones, los cuales claman para que el Derecho a Salud deje de ser un negocio sucio y rentable.

Por: Keimer Oquendo Argel