El médico venezolano José Gregorio Hernández quien durante mucho tiempo ha sido un santo popular no oficial de la iglesia católica y que, sin embargo, cuenta con gran número de devotos, al parecer está a las puertas de ser beatificado por la iglesia romana.

Este lunes 26 de octubre, durante el aniversario número 156 del nacimiento de José Gregorio, se realizó la ceremonia de exhumación de los restos del reconocido médico venezolano que se convertirá en beato de la Iglesia católica en abril de 2021 y al que sus compatriotas le piden los “milagros”.

Bajo la supervisión del cardenal venezolano Baltazar Porras, fueron exhumados los restos del “médico de los pobres” de su tumba en la céntrica iglesia a donde llegaron en 1975, tras una primera exhumación del Cementerio General Sur, también en Caracas, donde fue enterrado inicialmente hace 101 años.

La exhumación, dijo Porras, es, además de un requisito del Vaticano para la verificación de la identidad, un proceso que terminará el sábado y que acabará con la distribución de fragmentos de huesos, consideradas reliquias de primer nivel, a cada diócesis y arquidiócesis del país y otras a Roma.

El proceso de beatificación de Hernández inició hace 71 años, cuando, según reseña la Conferencia Episcopal de Venezuela, el entonces arzobispo de Caracas,monseñor Lucas Castillo, inició dicha causa.

La Conferencia Episcopal de Venezuela describe al médico, que murió atropellado por un vehículo el 29 de julio de 1919, como un “científico, profesor, laico ejemplar, modelo de valores cristianos y hombre con ardor apostólico, velando siempre por el prójimo”.

Además, destaca que como doctor “atendía a todo el que lo necesitara, teniendo especial empatía por los más desfavorecidos que no contaban con los suficientes recursos económicos para su tratamiento. Él les ayudaba desinteresadamente, movido por su vocación de médico pero por sobre todo, por su misión cristiana, fortalecida en la espiritualidad franciscana”.

Un temperamento que le valió el cariño popular y que a su muerte desató un fervor que se extendió por varios países, al punto en que aún hoy, personas que se hacen llamar sus intermediarios aseguran lograr milagrosas curaciones movidos por la fe.