Ampliar la capacidad de la infraestructura permitirá a EPM garantizar la calidad del servicio de energía eléctrica para los hogares, la industria y el comercio de estos municipios.

Las subestaciones de energía eléctrica de Valdivia y Tarazá, en el Norte y Bajo Cauca antioqueño, tienen más de 30 años de antigüedad. Debido a la obsolescencia de los equipos eléctricos y electrónicos con los que funcionan y al aumento proyectado de la población en estos municipios, EPM tiene en marcha proyectos de modernización de estas infraestructuras.

En Valdivia se busca reemplazar casi la totalidad de la estructura actual. Allí se construirá un edificio nuevo a cambio del existente y se reemplazarán todos los equipos. Mientras que los equipos eléctricos tienen una vida útil de 25 a 30 años, los electrónicos deben cambiarse cada 10 a 15 años.

“El impacto positivo se vería en que la población va a tener una mejor calidad del servicio y una mayor capacidad para atender la demanda de energía que permitirá construir nuevas viviendas y ampliar la industria y el comercio. Además, posibilitará que se preste el servicio de energía en instalaciones esenciales como el hospital, también contribuirá con la seguridad de las personas al permitir el funcionamiento del alumbrado público”, Así lo explicó Germán Andrés Osorio, líder del proyecto de modernización.

Con estas obras, la capacidad de la subestación de Valdivia pasaría de 5 a 7,5 MVA (megavoltios-amperios) para los cerca de 12 mil habitantes que tiene este municipio en sus zonas urbana y rural. Mientras tanto, en Tarazá las obras permitirán duplicar la capacidad de la subestación de 10 a 20 MVA. Aunque allí el proyecto no implica un cambio tan radical como el de Valdivia, su ampliación busca atender el crecimiento de una población que ya es cercana a los 50 mil habitantes.

No modernizar estas subestaciones a tiempo “puede implicar riesgos para la prestación del servicio”, puntualizó Andrés Osorio. Aunque el líder del proyecto aclara que, ante cualquier eventualidad, EPM tratará de compensar el suministro de energía desde otras subestaciones, pero que el riesgo persiste mientras no se hagan las intervenciones necesarias.

La intervención de Valdivia fue planeada para realizarse en una fase, que iría hasta julio, sin embargo, en este momento las obras en Valdivia están detenidas, se espera reactivarlas lo más pronto posible. Si se cumple el cronograma, los nuevos equipos estarían funcionando a más tardar en diciembre.

Mientras se realizan los cambios, la subestación quedó con equipos provisionales que, en todo caso, no están diseñados para operar la subestación de forma permanente.

En Tarazá ya finalizó, el 11 de mayo, la primera fase de la intervención, las fases dos y tres deberían llevarse a cabo entre 2022 y 2023. Esto, con el fin de que el servicio de suministro eléctrico se vea afectado lo menos posible y para asegurar la estabilidad del sistema.

Las demoras también generan afectaciones indirectas en la población, que ha visto oportunidades de empleo en las obras. En Valdivia cerca del 90 por ciento de los trabajadores son de la zona, mientras que en Tarazá esa proporción llega al 80 por ciento. “Con estos proyectos se logra un impulso a la economía y un apoyo a la reactivación a través del consumo de bienes y servicios del personal”. Estas obras son fundamentales para el desarrollo y bienestar de Valdivia y Tarazá y apoyarlas es contribuido al bienestar de sus habitantes.