Columna de Opinión

Anónimo

Con extraña sorpresa la Gobernación de Antioquia ha abanderado la crítica y el rechazo hacía las corralejas de Caucasia en intervenciones bastante mediáticas, creería que la posición de la Gobernación la resume muy bien Lina Marcela de los Ríos de la Gerencia de Protección Animal, quién recientemente manifestó “estamos tratando de preservar la vida, todos estamos unidos en este mismo propósito al que nos llama nuestro gobernador Aníbal Gaviria, el gobernador encargado Luis Fernando Suárez, todo el gabinete en pleno, la Asamblea departamental y nos los exige la comunidad en general, entonces un llamado nuevamente a los alcaldes a que no se hagan los de la vista gorda, que esto tendrá consecuencias, esto no puede permanecer en silencio en el olvido, como un evento cultural que solo está dejando dolor en nuestros seres sintientes de los cuales somos absolutamente responsables”.

La gerente desde un posición cómoda y la que más interacción y like produce “el maltrato animal”, desconoce lo que se genera en un municipio como Caucasia, la realización de las tradicionales corralejas; y ojo, que antes de avanzar, aclaro que estoy totalmente de acuerdo en proteger la vida y la integridad de los animales, pero la discusión debe ir más allá, es lo mínimo que merecemos los caucasianos por parte de la Gobernación de Antioquia, y más cuando por esas intervenciones Caucasia ha sido tema de medios como Semana, BluRadio, El Tiempo, El Colombiano, TeleMedellín y H13N, quienes han reproducido la misma información, incluso con imprecisiones y sin el mínimo interés en investigar más allá…

Para Caucasia las corralejas son mucho más de lo que pasa en el redondel de arena hace más de 40 años, es la oportunidad del rebusque, de hacerse el diciembre, de ponerse el sombrero desde bien AM que te vistes para irte para los toros; en los barrios desde muy temprano se sabe quien va y quién no.

Las corralejas son los que con ponchera en la cabeza, nos deleitan con muslitos de pollo y quebee. Son la tradición de familias que preservan la receta para hacer melcocha, para que los caucasianos así sea solo en estos cuatro días recordemos que esta delicia de dulce existe.

Son los puestos transitorios de venta de carne asada a la llanera, chuzos, y chorizo, que no importa a qué distancia del palco se hagan, hasta allá llega el humo y el olor que se te impregna en el poncho.

Son los que con balde al hombro dan la vuelta una y otra vez por los palcos vendiendo el agua, el gatorade, y las frías.

Son las 4 bandas de porros de más de 15 integrantes cada una, que por fin logran tener un contrato de presentación por más de un día; bandas que por cierto la mayoría de sus integrantes solo se dedican a esto y son responsables de sus familias; bandas que han sido uno de los gremios más afectados por las medidas como las cuarentenas, que especialmente en el 2020 se decretaron en las fechas en las que por lo general es su “agosto”.  Son los que se la rebuscan en los parqueaderos, cuidando las motos y los carros y hasta bicicletas, sin poder ver lo que pasa en el redondel, pero ahí tienen el día de trabajo.

Son los estanquillos y el éxito que se lucran con el trago que compran los tacaños que no les gusta pagar el doble por las frías que vienen en los baldes. Son los almacenes y boutique, porque no falta la que estrena su mejor blusa, el que aprovechó y compró camisa, el que pal el sol de una vez compró un poncho.

Son los taxis y mototaxis que no dan abasto transportando a los que corren a coger la sombra; son los viejos nostálgicos que recordando sus mejores épocas de juventud ahora rememoran desde los palcos.

Las corralejas es el porro, el grito, es el goce, es la tarde de sol, la reunión con el combo, la cita con la familia, el encuentro de las clases: vayas a pie, en el mejor carro, con el mejor vestido, pagas el mismo precio para entrar y te sientas en las mismas tablas. Las corralejas no conocen vip, no conocen rosca, no conocen apellido, las corralejas son del pueblo, son de la gente.

Las corralejas son cultura, son el fandango patronal con porros y velas, que nos reúnen en las calles de la avenida y el parque principal, con la gigantona y la luna de testigos.

Encasillar en maltrato animal una tradición que cuatro días seguido fue “sold out”, es ser egoísta con Caucasia; la discusión respecto al cuidado de los animales claro que debe darse, paulatinamente esta fiesta debe modificarse para que el goce de unos no sea el sufrimiento de otros, pero si o sí hay que ver todas las aristas alrededor de los toros, no desde la posición más cómoda y alejada. 

La masiva asistencia de caucasianos y visitantes es una muestra clara del arraigo de esta tradición.

¿Está lista la Gobernación de Antioquia y su Gerencia de Protección Animal (que a propósito intentamos saber cuál es su misión y cómo llega a los municipios, pero es la única gerencia que no aparece en la página de la Gobernación, pese a estar funcionando desde el 8 de marzo de 2021) para venir a Caucasia y concertar cómo sería posible llevar a cabo unas fiestas tradicionales que genere los efectos arriba descritos y al mismo tiempo preserve la integridad de los animales? ¿Está lista la Gobernación de Antioquia para que se revise en el departamento toda fiesta o tradición que directa o indirectamente afecte la integridad de los animales como seres sintientes? ¿Están listos los detractores de esta fiesta para proponer otras tradiciones que genere los efectos positivos que se destacan de las corralejas?

En Caucasia estamos listos, en Caucasia los esperamos.