Un comando de 20 hombres armados, al parecer bajo las órdenes de la organización narcotraficante “los Caparros”, sería el responsable de la matanza que dejó siete víctimas en el municipio antioqueño de Zaragoza.

Una comisión especial de la Policía y la Fiscalía viajó ayer a esta zona del Bajo Cauca para conocer de primera mano lo sucedido. Según las primeras versiones de testigos, conocidas por EL COLOMBIANO, los delincuentes llegaron a pie en la mañana del pasado 7 de septiembre a la vereda La Valentina, en el centro poblado El Pato (a 40 minutos de distancia en vehículo desde el casco urbano).

Coparon el territorio, estableciendo una especie de retén, en el que despojaron a los transeúntes y mototaxistas de los celulares. La información recopilada señala que buscaban a integrantes del Clan del Golfo, la estructura enemiga de “los Caparros”.

De esta manera retuvieron a la fuerza a cuatro hombres, a quienes ellos acusaron de ser supuestos miembros de esa facción rival. Los llevaron a una tienda y le exigieron al propietario que les diera una cuerda para amarrarlos, pero el comerciante se negó. Por eso, le dieron un tiro de fusil.

Los vecinos llevaron a Wilson Teherán Contreras a un centro médico, pero no fue posible salvarlo. Los cuatro retenidos fueron maniatados y ejecutados con disparos en la cabeza. Quedaron tendidos a un costado de la tienda.

Los verdugos robaron ocho motocicletas, tomaron la carretera y en la huida asesinaron a otras dos personas. De esas, la última fue encontrada a las 10:00 a.m. de ayer, a 3 kilómetros de la tienda, por lo que en principio las autoridades habían hablado de cinco y no de siete muertos. Al cierre de esta edición, los investigadores no habían logrado identificar a todos los fallecidos.

Consejo de seguridad

El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, llegó a Zaragoza en compañía de la cúpula militar y policial, para realizar un consejo de seguridad. También asistieron el gobernador (e) de Antioquia, Luis F. Suárez, y las autoridades locales.

Al finalizar la reunión, el ministro anunció que la Fuerza Pública implementará dos comandos integrales en los centros poblados El Pato y Buenos Aires, la Fiscalía designó dos fiscales para esclarecer la masacre, se publicarán más afiches de los más buscados y se reforzará el número de investigadores para la Operación Aquiles (contra las bandas) y para atacar el lavado de activos y la minería ilegal.

Suárez le propuso a Trujillo que el departamento podría financiar, con becas, la formación de mil policías para aumentar el pie de fuerza en Antioquia. La idea será estudiada por el Gobierno Nacional.

Crisis de vieja data

La masacre de la vereda La Valentina fue el último de tres hechos graves que, en apenas cinco días, perturbaron el orden público en el Bajo Cauca.

El 2 de septiembre, al parecer por amenazas del Clan del Golfo, se produjo el desplazamiento forzado de 750 personas de la vereda Isla Amargura, en el municipio de Cáceres.

Al día siguiente fue atacado el camión en el que viajaba un grupo de policías, que realizaban un operativo contra la minería ilícita en Caucasia.

Los uniformados transitaban por una vía de la vereda La Gloria, en el corregimiento Puerto Triana, cuando recibieron una lluvia de plomo y explosivos; dos murieron y uno quedó herido.

La inseguridad en la subregión no es nueva. Desde los años 80 sufre por la presencia de guerrillas, paramilitares y narcos, que pelean por los cultivos de coca, la minería de oro, las extorsiones y corredores de movilidad.

Andrés Julián Rendón, quien fue secretario de Gobierno de Antioquia entre 2008 y 2011, comentó que el Bajo Cauca padece “la maldición de los recursos”, pues por la fertilidad de su tierra, la riqueza de sus minerales y recursos naturales, es apetecida por los actores armados, que se aprovechan del débil tejido social e institucional.

Le preguntamos por qué era tan difícil controlar la violencia allí, y respondió que “el Estado no ha podido controlar el territorio ni con la Fuerza Pública ni programas sociales. Esto requiere un esfuerzo continuado y, durante los diálogos de paz de La Habana (2012-2016), hubo cierto relajamiento que permitió que el narcotráfico tomara un nuevo auge y otros grupos coparan los sectores que dejó la guerrilla”.

Señaló que es necesario instalar una base de la Armada en la herradura que forman los ríos Cauca y Nechí; y que una de sus frustraciones como secretario de Gobierno, fue no haber logrado la construcción de una estación policial en El Pato, el lugar donde ocurrió la matanza.

Vía: El Colombiano.