“Los Caparros” tienen su base en Tarazá, municipio que conecta al Bajo Cauca, Norte antioqueño y Córdoba. FOTO: El Colombiano

Las últimas dos matanzas en el Bajo Cauca antioqueño tienen un factor común, según la Policía: fueron ejecutadas por delincuentes que, antes de abrir fuego, se identificaron como integrantes del Bloque Virgilio Peralta Arenas, o como les dicen las autoridades, “los Caparros”.

La más reciente sucedió el pasado 3 de octubre en una finca del corregimiento Manizales, en Cáceres, donde torturaron y acribillaron a tres hombres (incluyendo a un adolescente de 15 años) que recogían un ganado.

Y el anterior 7 de septiembre masacraron a otros siete en el centro poblado El Pato, de Zaragoza. Sucedió en la vereda La Valentina, donde un comando ilegal instaló retenes, detuvo a cuatro personas al frente de una tienda y las fusiló. Luego mataron al administrador del local y, en su huida, a otros dos campesinos de la zona.

El coronel Jorge Cabra, comandante del Departamento de Policía Antioquia, indicó en su momento que los autores fueron “los Caparros”, en el marco de su violenta disputa contra sus antiguos socios del Clan del Golfo.

Dicha organización lleva tres años delinquiendo con ese mote, pero sus raíces criminales datan de los 90. ¿Quiénes son “los Caparros” y cuál es su interés en el Bajo Cauca? EL COLOMBIANO consultó a investigadores policiales y judiciales para entender esta problemática, que hoy sigue agobiando a los residentes de la subregión.

Antecedentes

“Somos los directos herederos del bloque Mineros”, proclamó alias “Cuarenta”, cabecilla político de “los Caparros”, en una entrevista con este diario el pasado enero de 2020, dos meses antes de su captura.

En efecto, los integrantes más antiguos de la banda fueron paramilitares al servicio de Ramiro “Cuco” Vanoy, en el citado bloque de las Auc. Con su base de operaciones en Tarazá, desplegaron tentáculos en todo el Bajo Cauca y el Norte de Antioquia.

Se desmovilizaron en 2006 y cuando “Cuco” fue extraditado, en 2008, varios continuaron la lucha armada de la mano de uno de sus lugartenientes: Virgilio Peralta Arenas, alias “Víctor Caparrapo”, llamado así por su pueblo natal Caparrapí (Cundinamarca), de donde reclutó a los hombres de su círculo íntimo.

En ese entonces, el hoy llamado Clan del Golfo comenzó una expansión de su poderío ilegal, saliendo de Urabá para colonizar otras subregiones del departamento. En Bajo Cauca encontraron la resistencia armada de los exmiembros del Mineros, que pasaron a llamarse “los Paisas”.

La guerra contra este grupo duró dos años y provocó múltiples homicidios y desplazamientos forzados en la zona. El 6 de marzo de 2010, “Víctor Caparrapo” murió en un operativo militar en Córdoba; y el 10 de octubre de ese mismo año, la Policía dio de baja a César Torres (“Mono Vides”) en Tarazá, el principal jefe financiero de la banda.

“Los Paisas” quedaron en desventaja y, viéndose perdedores, aceptaron unirse a la coalición del Clan del Golfo y convertirse en su principal tentáculo en el Bajo Cauca. Fue así como nació el Bloque Virgilio Peralta Arenas, en memoria de “Víctor Caparrapo”.

Según fuentes judiciales, la sociedad se mantuvo hasta 2017, con algunos altibajos y amagos de reactivación del conflicto. En enero de ese año se produjo la fractura definitiva, al parecer por desacuerdos en la distribución del dinero del narcotráfico, la minería ilegal de oro y la extorsión.

En distintos ataques perpetrados ese mes, el Clan del Golfo ejecutó a ocho militantes del bloque, entre ellos al desmovilizado y coordinador de finanzas Héctor Osorio (“Danilo Chiquito”).

Esa fue la gota que derramó el vaso. “Los Caparros” se revelaron y se reeditó la guerra, con especial énfasis en Tarazá, Cáceres, Caucasia y San José de Uré (Córdoba).

Acción de la Fuerza Pública

En la actualidad, el cabecilla de la organización es Emiliano Osorio (“Caín”), de acuerdo con las autoridades. Residentes de la zona comentaron que en los últimos meses se dedicó a ordenar secuestros exprés de mineros, ganaderos y comerciantes, a quienes sus compinches retienen por uno o dos días, hasta que paguen sumas que rondan los $500 millones por su liberación.

También fomentó alianzas con otros enemigos del Clan, como el Eln y las disidencias de las Farc, lo que agregó más sangre a la confrontación desde 2018.

Preguntado por las matanzas recientes ejecutadas por “los Caparros”, el general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército, comentó: “Lo que sabemos por Inteligencia es que la disputa se acrecentó, porque el Clan del Golfo quiere someterlos y obligarlos a que regresen a estar bajo su mando, porque ellos son una disidencia del Clan”.

Las autoridades tienen desplegada la campaña militar y policial Aquiles en el Bajo Cauca y el sur de Córdoba, para enfrentar a todas las estructuras criminales, incluida “los Caparros”.

Según el Ejército, en lo corrido de 2020 han capturado a 83 presuntos miembros de esas facción, entre ellos a tres menores de edad que fueron recuperados; 14 se entregaron a la justicia y siete murieron en operativos militares.

A la fecha, se han producido 23 combates, les han desmantelado ocho laboratorios de coca e incautado 478 kilos de base de coca y 68 dragas para minería.

La amenaza de “los Caparros” continúa, pero las autoridades aseguran que les respiran en la nuca.

Emiliano Osorio Macea, Alias “Caín” o “Pilatos”

En 2006 se desmovilizó como un integrante de base del bloque Mineros de las Auc. Fuentes de Inteligencia señalan que es un hombre de corte sanguinario, que suele ejecutar a sus víctimas con armas blancas. Se le atribuye haber gestionado la alianza con el Eln y disidencias de las Farc, para el narcotráfico. Por su captura hay una recompensa de $500 millones.

Vía: El Colombiano.